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lunes, 14 de diciembre de 2009

Ausencia... o dolor


Rosa, entre las flores y la niebla

Ausencia… o dolor

Echada casi la suerte
miré hacia atrás y entendí
que ausencia vale por muerte
cuando la ausencia es de ti…
                    Del poema Mi vida contigo

Amanecí boca arriba. Abrí unos ojos helados y redondos, que tropezaron con el cielo raso del techo. Una lágrima íntima resbaló por las grietas de la realidad, que era cruda y dolorosa. Te busqué desesperadamente, pero la habitación, aún oscura, ya había sido ocupada por tu

Ausencia

Despertar y no verte
es sentir el horror de que te has ido.

Acostumbrar los ojos
a tanta claridad, a tanto espacio,
percibir la tristeza en el espejo,
¿no es acaso sufrir
tu ausencia insoportable
en el lado desnudo de la cama?

Al incorporarme del sueño prendí la luz del día. Miré por la ventana y todo estaba en su sitio: el mar, los árboles, la algarabía amontonada de las gaviotas… Entonces comprendí que había tenido un momento de debilidad, pero la luz me devolvía a la fe y, cuando llegara la noche, yo podría volver a cantar con esperanza, que es precisamente

Lo esencial

Hoy te quiero decir que ni el rocío
fugaz de la mañana, ni la sombra
del tilo al mediodía,
ni el reflejo del mar
bajo la luna blanca de la noche,
se han interpuesto en el camino
que me lleva hacia ti.

Nada me ha distraído de tus ojos
luminiscentes, de tus labios
mojados y entreabiertos,
de tu pecho agitado por las altas
turbulencias del corazón.

Esta es la hora, esto lo esencial.
Hoy discurre mi sangre
por arterias que van hacia tus besos.

Bajé las escaleras de la fe y me dirigí a los territorios de la cocina, que está tres metros más baja. Tomé un café con galletas y con dudas. Salí al jardín, el sol se estaba ocultando bajo una actualidad de nubarrones, de cielos encapotados, de tormentas. Hasta que un rayo gritó dentro de mí:

Me dueles

Nada le quito a mis rotundas
declaraciones amorosas
si de pronto te digo que me dueles.

Me duele la certeza
de que tus ojos no podrán ser míos,
de que tus labios
no dejarán jamás
de ser mi tentación de cada día.

Quererte tanto
es la razón insoportable
de mi dolor sin fin y sin remedio.

La noche llegó con una calma oscura. Sentí la soledad en la conciencia y tuve miedo. Miedo de acostarme nuevamente porque sabía que estar solo era el preludio de un amanecer con llanto.

Mariano Estrada
Los poemas pertenecen al libro Amores colaterales (2006)

11 comentarios:

  1. Mariano,mi PoetaAmigo...Què delicia infinita leerte...Me doliò el alma, pero con "dolor" de poesìa.
    Gracias, por regalarnos tu hermoso sentir.
    Un beso lindo de mi alma sin fin a tu Alma de poeta.

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  2. Hola, Celina: me alegra tu comentario porque hacía tiempo que no sabía nada de ti.
    Gracias por tus generosas palabras. Que tengas un año 2011 esplendoroso.
    Un fuerte abrazo

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  3. Que bellas y ciertas palabras dice Celina! Me uno a ella. Sólo que necesito darle el nombre a mi alma... Sin duda tu alma es de poeta!

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  4. Hola, Sillercita: te mando un puñado de esta luz que estoy recibiendo del mar. Hace un día precioso. Gracias por tus palabras. Un abrazo

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  5. Hola Mariano, gracias por tan bello regalo, recibo con gusto ese puñado de luz !!!! Bello amanecer, ya lo vi en la foto! me siento muy feliz que me compartas esa belleza (de las que no hacen daño)...
    Yo te comparto: mis sentimientos de respeto, admiración y cariño!

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  6. Hola, Sillercita: el daño que hace la belleza es muy relativo, muy espaciado y, en general, muy soportable.
    Por el contrario, nos suele hacer mucho bien. Digamos que nos sana o nos cura de muchos males.
    Gracias a ti por ser una lectora entusiasta y generosa.
    Un abrazo

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  7. La noche llegó con una calma oscura. Sentí la soledad en la conciencia y tuve miedo. Miedo de acostarme nuevamente porque sabía que estar solo era el preludio de un amanecer con llanto.

    Eatas palabras valen para espresar ese dolor en todos los tiempos, porque las pérdidas dejan esa sensación que pesa tanto.
    Nadie como vos lo espresa con ese sentimiento. Un abrazo.

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  8. Tienes razón, Inés, las pérdidas dejan siempre una losa pesada. Tal vez para expresarlo hay que haberlo vivido, pero ¿quién no ha vivido ese dolor? ¿Quién no ha tenido alguna vez una pérdida?
    Gracias y un abrazo

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  9. Hermoso, aunque quizás un poco desgarrado

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  10. Hermoso, aunque quizás un poco desgarrado (Recibido por WhatsApp)

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