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miércoles, 27 de enero de 2010

La voluntad oscura


Cara pintada en un aljibe en el Charco, Villajoyosa

La voluntad oscura

Estoy desasistido.
Soy incapaz de articular
-con fluidez-
unas cuantas palabras
consecutivas.
Oigo sin escuchar, miro y no veo.

Me percibo difuso, sé
que estoy en una nube
de ingravidez en la que
todos los sentimientos
están amortiguados
por un golpe de fiebre.

Algo se ha roto, algo
no funciona en el mecanismo
de la razón, tampoco
en el organigrama
del cuerpo.

Voy de acá para allá,
como empujado por la inercia.
El paisaje –con el que
tanto me identifico-,
ya no tira de mí.
Y el agua azul del mar
-cuya fuerza creía irresistible-
no me arrastra los ojos,
sino que, muy por el contrario,
me los deja del todo indiferentes.

Hasta el dolor –ayer insoportable-
es ahora un hatillo de viajero
de carácter ingrávido.

Y, sin embargo,
alguien me sigue
por todos los caminos
por los que voy
-incluidos los más inaccesibles-,
con la perennidad sumisa
de una sombra sin dependencia.

Tal vez es éste
el momento de desprenderme
de las responsabilidades
enormes que el amor me ha impuesto.

Tal vez es ésta
la hora de acabar
con la costumbre
infructuosa de las lágrimas.
Tal vez es ésta
la hora de ponerle al corazón
un collarín de hielo.

Porque ha sido el amor, en su trastienda
de luces apagadas,
el que ha hecho de mí
un farolillo iluso que, con una
llama prendida en el deseo,
ha querido alumbrar determinados
territorios de voluntad oscura.

Mariano Estrada http://www.mestrada.net/ Paisajes Literarios

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