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jueves, 10 de febrero de 2011

Por la calle abajo o el secreto amor de una niña

Rosa

Ver PPS de Mar:

Por la calle abajo o el secreto amor de una niña

En un pequeño pueblo de la provincia de Zamora hubo una vez una niña que, montada en el caballo de su corazón, pasaba ochenta veces al día por el mismo tramo de la misma calle. El hecho de que viviera en ella el príncipe del que estaba perdidamente enamorada no tenía nada que ver, por supuesto. Es verdad que amaba a aquel muchacho hasta el delirio, y que lo hacía con ese amor tremendo de los quince años, pero ella pasaba por su puerta ochenta veces al día por pura casualidad. Sólo por pura casualidad. Y si miraba un poco hacia arriba, hacia el lugar donde estaba la ventana de su habitación, lo hacía solamente con el rabillo del ojo. Vamos, que no se le notaba en absoluto. Además, ¿quién se lo iba a notar, si llevaba su amor secretamente y sólo las amigas verdaderas estaban al tanto del secreto y ninguna de ellas había repicado las campanas? Madre de Dios, la vergüenza que ella hubiera pasado de saber que alguien lo sabía. Pero no sé, puede que alguien lo supiera...


Por la calle abajo

Por la calle abajo,
por la calle arriba,
una vez y otra,
¿dónde va la niña?

A las fuentes claras
de mi tierna vida,
donde está la flecha
del amor metida.

¿Y qué flecha es ésa
de tan honda herida?
Todos los preguntan,
nadie lo adivina.

Son los ojos tiernos
de alguien que me mira;
alguien que es más claro
que la luz del día.

Por la calle abajo,
por la calle arriba,
con sus pasos cortos,
con su larga risa.

Y en el punto medio
de la calle misma,
un muchacho esconde
su mirada tímida.

¡Si él supiera que ella
sabe que la mira...!
Pero no lo sabe.
¡Ni aun se lo imagina!

Por la calle abajo,
por la calle arriba,
vueltas y más vueltas,
viene y va la niña.

Del libro “Trozos de cazuela compartida”

Mariano Estrada http://www.mestrada.net/ Paisajes Literarios

2 comentarios:

  1. ¡Hola, Mariano! Tu poema de amor adolescente refleja la pureza e inocencia del primer amor muy sutilmente. Ese sentimiento que monopoliza todos los sentidos y hace creer a las niñas que el "príncipe azul" ha llegado para despertarlas de un dulce letargo.
    ¿Cuántos "sapos" besará aún la niña para transformar a su amado?
    Un abrazo. Ascensión

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  2. Hola, Ascensión: Y qué bien sentaban aquellas amarguras atragantadas en el pecho ¡Qué dulces eran las lágrimas!¡Qué lentas eran las horas!¡Cuánto amor se derrochaba en las esperas!¡Cuánta inocencia empujando al corazón!
    ¿Cómo no acordarse de todo aquello? Yo lo recuerdo con la misma naturalidad con la que sucedía.
    Interesante lo que dices, como siempre. Gracias y un abrazo

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