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lunes, 19 de marzo de 2012

La corrupción, esa sanguijuela rejuvenecida



El corruptómetro, mapa de la corrupción en España. Realizado por el Proyecto NoLesVotes. Tomado de internet sin ánimo de lucro


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La corrupción, esa sanguijuela rejuvenecida

La corrupción ha llegado a un punto realmente alarmante. Hay países, como Italia, en los que puede estar en punto de no retorno, a no ser que alguien remueva las estructuras del Estado, lo cual parece difícil teniendo a casi todos los políticos corrompidos y estando por medio la mafia. Es cierto que hay otros países que son más corruptos todavía, pero no de los supuestamente “civilizados”, salvo Grecia. En el caso de España, el problema es también asombroso. Algo habrá que hacer al respecto para que el barco no se hunda. Y, al margen de la urgencia, tiene que ser algo drástico de verdad, no valen ya disimulos, parcheos, camuflajes, vistas-gordas ni medias-tintas.

No obstante, la corrupción no ha nacido ahora precisamente, sino que se viene practicando desde hace mucho tiempo (en realidad su tiempo es inmemorial, pero vamos a limitarnos al que nos atañe directamente a nosotros). España tuvo la ocasión de ser un país ejemplar en este sentido, al tener que empezar de cero –al menos teóricamente-, como consecuencia de la muerte de Franco. Pero no supo o no quiso o no pudo. Tal vez porque, en lugar de pronunciarse por la ruptura, se pronunció por la reforma. Y la reforma se hizo desde dentro, con muchísimas de las  personas que habían participado en el régimen anterior. Las que lo hicieron por primera vez, como ahora puede verse,  fueron utilizadas magistralmente para darle legitimidad al proceso.

El caso es que la corrupción fue cultivándose día a día y al final de los sucesivos mandatos de Felipe González era ya un clamor imposible de silenciar que reventó por todas sus grietas. Con el primer gobierno de Aznar –quien públicamente la había puesto en el punto de mira-,  parece que se corrigió parcialmente esta práctica malsana y  deplorable, pero la procesión iba por dentro, donde el agua corría contaminada,  y volvió a aflorar con fuerza en su segundo mandato. Y ya con el gobierno de Zapatero no hizo más que alargarse y crecer, hasta llegar a donde estamos ahora, que es en la mismísima mierda.

Dejo aquí fragmentos de artículos que versan sobre ciertos aspectos de la corrupción y que fueron escritos y publicados en alguna de las etapas referidas. He seleccionado éstos, podían ser otros.

Un abrazo

Diciembre de 1996

Entre empujones de vértigo y de prisa, sudoroso en el alma, a veces angustiado y casi siempre descontento, camino diariamente por la jungla farragosa de la Sociedad. Y mi camino es libre.
Diariamente también, miro el horizonte de la luz por las acequias de la contaminación y las murallas grises de los edificios. Y mi mirada es libre.
En el simple vivir de cada día, bajo el mefítico aire de una opinión universal groseramente mediatizada,  mi pensamiento levanta arquitecturas propias. Mi pensamiento es libre.
Y porque tengo libertad puedo decir que los Gobiernos mienten, que el poder desarma a sus mejores hombres, que las prebendas abundan y no precisamente en los zurrones del hambre, que la justicia es un ave con un ala bastante desplumada, que los cargos hacen máquinas descorazonadas y convierten a las víctimas en verdugos, que los partidos profesan un altísimo desdén y un excesivo particularismo, que las burocracias ahogan, que  los Estados subyugan y someten... (Mariano Estrada, del artículo “La misma petición de libertad”)


Agosto del 2000

¿Qué futuro tenemos como humanidad si los jóvenes, que por higiene social deben ser rebeldes e inconformistas -cuando no abiertamente revolucionarios-, están plácidamente conformes con el poder y éste es de centro, es decir, rabiosamente liberal, es decir, sometido a las mordidas de la corrupción, a las patadas de la insolidaridad, a los excesos del alto beneficio y de los escandalosos intereses de la gran empresa privada? ¿Qué hemos hecho nosotros, sus mayores, para tenerlos atados al poder con semejante mansedumbre?

Pero al margen de lo que voten los mayores, constreñidos al arraigo de sus creencias y también al influjo de sus bienes, los jóvenes, por norma,  debieran salirse de la lista: no ya para alcanzar de algún modo el poder -que los iba a hacer majaras y corruptos-, ni siquiera para derribarlo -que acaso los llevara a la debacle-, sino para obligarlo a estar continuamente en su sitio: ni un favor, ni un abuso, ni una leche bendita... Al pan, pan; la letra clara, los puntos sobre las íes, las tentaciones con pulgas, los compromisos, ley; la corrupción al hoyo.... Eso sí, la generosidad incluida en el precepto.

¿Un sueño, una quimera, una entelequia? Bueno, cuanto más nos acerquemos al ideal, que es éste, tanto más cerca andaremos de la honradez y de la grandeza de espíritu, cosas de las que estamos tan amargamente necesitados. Los jóvenes también, por lo que veo, y, por supuesto, los mayores. (Mariano Estrada, del artículo “El centro y los jóvenes”)


Marzo de 2005

Hace un día gris, que es el color de la mediocridad y de la tristeza. Las noticias de los periódicos tampoco invitan a grandes alegrías. Los políticos son grises también, pero ellos están iluminados por su propia interpretación de la realidad, con la que hacen verdadero maniqueísmo ¿Cómo? Descomponen el gris, y pontifican: esto es blanco, porque lo ocupo yo, y lo demás es negro. Y el negro es el color de la negación y de los funerales. Pero también de la mafia.¿Por qué la mafia viste siempre de negro? Boca cerrada en Cataluña. Dinero sucio en Marbella. Pozo sin fondo en Gibraltar. Gibraltar es el pozo donde se ocultan los nubarrones de Marbella, los nubarrones Jet. Mafia pura, abogados que desprecian la ley, notarios que no tienen para vivir, pobrecillos, y se ofrecen para blanquear el negocio de los corleones. Armas, droga, prostitución, a veces hasta secuestro y asesinato... Al margen de los que se ganan la vida honradamente con su trabajo ¿Qué es Marbella sino una corrupción abrumadora e infinita? ¿Qué es Gibraltar sino un prolongado delito internacional? ¿Gibraltar español? Allá se hundan sus barcos y sus honras y se limpie el territorio de tiburones. Lo que quede a salvo, se lo seguiremos reclamando a los ingleses. (Mariano Estrada, del artículo “Mafias y corrupciones”)


Abril de 2006

Los políticos deberían estar muy bien pagados, incluso excelentemente pagados por el normal desempeño de sus funciones, pero también deberían tener sobre sus cuellos una espada afilada y especialmente sensible: “Damocles, baja, que este ha metido la mano donde no debía” ”Damocles, descuélgate, que este ha cometido una prevaricación bochornosa” “Damocles, desciende, concreta tus constantes amenazas y cébate en la sangre de estos listos que se han llevado la pasta a través de una persona interpuesta” “Damocles, cae de una vez y corta la avaricia de los que se ponen al servicio de los ciudadanos hasta que encuentran la manera de hacerlo justamente al revés: servirse de ellos y, si llega el caso, sodomizarlos, aunque sea metafóricamente”.

La verdad es que no se entiende bien que, sabiendo fehacientemente que el poder corrompe cuanto toca, no haya unos mecanismos de control que sean suficientemente eficaces y severos, de manera que los ceses, además de fulminantes,  fueran prácticamente automáticos

Dentro de poco, y si esto sigue así, exhibirán la corrupción como un trofeo de caza: “Señores de la pocilga: el pelotazo que acabo de pegar en nombre de mi partido está tan bien perpetrado y es tan pantagruélico y tan lúcido que debe postularme para ministro en el  caso de ganar las elecciones generales. ¿Entendido?”. (Mariano Estrada, del artículo “La corrupción y el voto en blanco”)


Diciembre 2006

En la maraña especulativa que nos envuelve, están comprendidas todas las formas de la corrupción: la prevaricación, el cohecho, el soborno, el fraude, el engaño, el robo, la malversación, el cambalache, el clientelismo… Ha tenido que llamarnos ha atención hasta la ONU, una organización que, no obstante, guarda un silencio cómplice y ominoso ante el esquilmo y la sangría que los países  “civilizados” (a los que ahora se han sumado los asiáticos) siguen perpetrando en África, donde los dictadores, con raras excepciones, no sólo campan a su antojo, sino que, con blindajes en sus respectivos parlamentos,  convierten las dictaduras en regímenes hereditarios, que es la mayor barbaridad política que a alguien se le pueda ocurrir ¡Qué horror! ¿O acaso hay otras más grandes?  (Mariano Estrada, del artículo “La España especulativa”)

Mariano Estrada www.mestrada.net Paisajes Literarios

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