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sábado, 22 de noviembre de 2014

Flashes líricos

Casa Familiar, Muelas de los Caballeros (Zamora). Foto M. Estrada

Flashes líricos

1.- Yo he llegado a la poesía en circuitos de soledad, en bocanadas de fe y en butacones de tiempo, rumiando los pastos deglutidos en la infancia y la primera juventud con la saliva nutriente de una  lectura desordenada y abundante que, bajo abonos de avidez y  regadíos de voluntarismo, alcanzó su plenilunio en el sosiego feraz de un matrimonio sin televisión. (1997)

2.- Siempre he pensado que escribir poesía es un acto de la voluntad antes que un regalo de la inspiración, razón por la que he podido afirmar que, para enfrentarme a ese toro, "yo no entiendo de ritos, como no sea el de ponerse delante de un papel y de mirar hacia adentro para extraer una vivencia sedimentada, una rosa incorrupta, una paisaje añorado, un dolor, un gozo, una sombra vieja que ha medrado en el vértigo y la noche". ¿Qué es, por tanto, la inspiración, sino una dama obsecuente y generosa, abocada a la eclosión y al abrazo? (1995)

3.- Después de tantos años de inmersión y maridaje lírico, uno se da cuenta de que, al final, la poesía es una forma de entender y de afrontar la vida. Tal vez la poesía que se escribe sea consecuencia de la poesía que se vive, pero ni mucho menos  se escribe toda la poesía que se vive. Por otra parte, yo creo que hay poetas pasivos (los lectores, por ejemplo); creo también que hay personas que “hacen” poesía con su profesión, con su arte, sea este el que sea; con su entrega, con su generosidad, con su sacrificio, con su nobleza, con su equilibrio y su armonía, con su forma de ver y de vivir. La poesía es previa a nosotros y está ahí, “en el aire, en el humo de las chimeneas, en el vaivén de las mieses bajo la brisa, en el nido amoroso de los pájaros, en las bardas de los corrales, en las flores cárdenas del brezo”. Y en los rizos del mar, en la inocencia de los niños, en los arrumacos de los animales, en la sonrisa de las personas, en las manos de los que dan y de los que piden, en las caricias de los viejos, en el beso de los amantes, en los serenos ojos de un hombre arrinconado por la soledad o un niño zaherido por el hambre…  Nosotros expresamos de múltiples maneras algunas de esas cosas o situaciones. Algunos incluso las escribimos, y esa expresión escrita es a la que solemos referirnos cuando hablamos de poesía, tal vez tomando la parte por el todo. A ella es a la que se refería Borges cuando dijo que la poesía es un don, que tal o cual verso afortunado no debe envanecernos porque es obra del azar o del espíritu y que solo los errores son nuestros. (2013)

Mariano Estrada www.mestrada.net Paisajes literarios

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