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viernes, 3 de abril de 2015

La dimensión poética del mundo



Foto tomada de internet sin ánimo de lucro

La dimensión poética del mundo

-No hay que ser visionario para darse cuenta de que el mundo está perdiendo el norte, de que nos hemos olvidado de la poesía y de que vivimos en constante desasosiego…
-¿Y a ti qué se te ocurre para remediarlo, señor lírico?
-Que habrá que rectificar, supongo. Habrá que desandar el camino, habrá que volver a la poesía…
-¿De verdad crees que la poesía significa algo en el mundo?
-De eso me quejo, del poco peso que la poesía tiene actualmente en la sociedad.
-¿Poco? Yo casi diría que ninguno… Y si digo casi es por no despreciar a los que van tirando del verso de una forma conmovedora y persistente, aunque inútil.
-No hay que quedarse en la cáscara, señor escéptico, sino que hay que taladrar el estereotipo y analizar por dentro la materia. Hasta llegar al fondo. La poesía va más allá de lo que a simple vista parece.
-¿Qué quieres decir exactamente?
- Lo que quiero decir es que, al final, la poesía es una forma de entender y de afrontar la vida.
-¿No hablamos entonces de la poesía que se escribe, la que se va depositando poco a poco en los libros?
-Hablamos de una cosa y de otra. La poesía hay que entenderla en un sentido amplio. Tal vez la poesía que se escribe sea consecuencia de la poesía que se vive, pero ni mucho menos se escribe toda la poesía que se vive.
-¿Insinúas que existe una  poesía de carácter anónimo y autónomo, que vive repartida por el mundo sin que nadie la registre por escrito?
-No lo insinúo, lo afirmo. Yo creo que hay personas que “hacen” poesía con su profesión, con su arte, sea este el que sea; con su entrega, con su generosidad, con su sacrificio, con su nobleza, con su equilibrio y su armonía, con su forma de ver, de estar, de ser, de vivir.
-¿De qué te quejas, entonces?
-Me quejo de que toda esa riqueza se va difuminando en los derroteros de una sociedad que es cada vez más egoísta, más obtusa, más injusta,  menos generosa, menos sensible, menos responsable, más impersonal, más cruel, más inhumana. Me quejo de que cada día tenemos menos predisposición y menos tiempo para apreciar la poesía que nos ofrece la vida y menos oportunidad para apreciar la poesía que nos ofrece la naturaleza. Porque la poesía siempre ha estado ahí: “en el aire, en el humo de las chimeneas, en el vaivén de las mieses bajo la brisa, en el nido amoroso de los pájaros, en las bardas de los corrales, en las flores cárdenas del brezo”.
-Visto de ese modo, puede que haya poesía hasta en el fondo oscuro del mar, por decir alguna cosa.
-No lo dudes, amigo: en el fondo del mar, en los destellos del alba, en la inocencia de los niños,  en los arrumacos de los animales, en la sonrisa de las personas, en las manos de los que dan y de los que piden, en las caricias de los viejos, en el beso de los amantes, en los serenos ojos de un hombre arrinconado por la soledad o un niño zaherido por el hambre…
-O sea que la poesía puede estar en todo y en todos, en cualquier lugar, en cualquier persona, en cualquier cosa.
-Puede estar y está, desde luego…Al menos potencialmente. Y nosotros podemos expresarla de múltiples maneras, tal como hemos visto. Algunos incluso la escribimos, y a esa expresión escrita es a la que solemos referirnos cuando hablamos de poesía, tal vez tomando la parte por el todo, ya que, como acabamos de exponer, la poesía tiene una dimensión ecuménica.
-¿Qué es lo que falla entonces para que la sociedad la desahucie y la abandone?
-La sociedad, que un día se montó en el racionalismo y la máquina, ha derivado hacia el interés, el vértigo y la prisa. No hay tiempo para contemplar los atardeceres mágicos de otoño, no hay tiempo para cultivar el amor y profundizar en los entresijos de la amistad y de la convivencia. Y si algún tiempo tenemos se lo dedicamos a la televisión y al adormecimiento de las neuronas que regulan la intimidad, es decir, a todas esas cosas que nos preservan del insoportable tormento de nuestras insatisfacciones, que nos aíslan de nuestras malas conciencias y, en definitiva, que nos mantienen al margen de nosotros mimos.
-El diagnóstico es grave y duro, pero acaso sea también acertado. ¿Qué se puede hacer para recuperar la esperanza?
-Ya lo he dicho antes: hay que devolverle al mundo su dimensión poética. El pozo en el que estamos es hondo y ciego, solo saldremos de él mirando intensamente hacia arriba.

Mariano Estrada, del libro La dimensión poética del mundo (2016)

4 comentarios:

  1. No tiene desperdicio tu reflexión..gracias

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  2. Gracias a ti, Maria Luisa. Por leerla, asimilarla y hacerla tuya. Un fuerte abrazo

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  3. La poesía no se halla en los restaurantes abarrotados y ruidosos de hoy, sino en las meriendas campestres de ayer, perfumadas con hiervas olorosas y flores silvestres

    Ni en los bailes de hoy, (discotecas con potentes amplificadores) adonde no es posible hablar, sino
    en las verbenas de ayer en las cuales se bebía la música y se percibían los latidos del corazón …

    Ni en el twiter actual, en el cual, la mayoría de los que intervienen no se conocen, sino en las cartas de los enamorados de otro tiempo, por el hecho de esperar con impaciencia el correo y besar el papel impregnado de perfumes y carmín de labios trémulos de deseo.

    ¿No será que nos ha dejado hace tiempo la juventud?


    “Dicen que en Shuangxi
    la primavera es aún hermosa …”

    Fernando Medrano

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  4. Esa es la queja de la que parte el artículo, Fernando: el mundo está perdiendo el norte, nos hemos olvidado de la poesía y vivimos en constante desasosiego…
    Y la propuesta es que hay que devolverle al mundo su dimensión poética. El pozo en el que estamos es hondo y ciego, solo saldremos de él mirando intensamente hacia arriba.
    Un fuerte abrazo

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