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domingo, 10 de abril de 2016

Escritores métricos: una opinión de Borges



Foto tomada de internet sin ánimo de lucro

Escritores métricos: una opinión de Borges

El escritor Jorge Luis Borges, siempre polémico y controvertido, a la vez que magistral, solía opinar sobre todo lo que fuera susceptible de opinión. En su país, Argentina, donde siempre ha sido amado por unos y odiado por otros con parecida intensidad, los periodistas corrían a su encuentro cada vez que saltaba a los aires una noticia relevante, fuera del ámbito que fuera. Pero donde él se encontraba más a gusto y ejercía más de sabio era en los anchos territorios de la literatura, en los que acostumbraba a explayarse con ingenio y prodigalidad.
     Hoy quiero destacar, porque conviene a mis propósitos, una de sus conocidas e innumerables opiniones literarias. En este caso, referida a los escritores métricos, por expresarlo en su propia terminología. La opinión es esta:

“No hay un escritor métrico, por casual y nulo que sea, que no haya cincelado su soneto perfecto, monumento minúsculo que custodia su posible inmortalidad, y que las novedades y aniquilaciones del tiempo deberán respetar. Se trata de un soneto sin ripios, generalmente, pero que es un ripio todo él: es decir, un residuo, una inutilidad”.

     Dicho lo cual, dejo aquí uno de mis sonetos para someterlo a la opinión de los lectores. Como escritor métrico que soy, aunque sea a tiempo parcial, me siento de algún modo concernido. Por otra parte, soy un admirador consciente del autor del Aleph desde hace mucho tiempo, y ello a pesar de que hay determinadas partes de su obra que no me gustan, que nunca me han gustado.
     Conste que no tengo ninguna intención de rebatir la reputada opinión de Borges. Sí quiero manifestar, en cambio, que, cuando he escrito algún soneto, nunca la he tenido en cuenta, a pesar de que el autor argentino influyó notablemente en mi formación literaria. Hace muchos años que, a la hora de escribir, me guio por mi propia mochila informativa, más o menos repleta y, de una forma especial, por la intuición, que en un poeta no solo debe existir, sino que además debe ser grande. Por último, Borges era un admirable prosista, eso es obvio, pero también un  gran poeta y, por lo tanto, un escritor métrico, aunque lo fuera a tiempo parcial. Y, como todo el mundo sabe, compuso sonetos con relativa frecuencia.
     Ahí va el mío:

Flor y hueso

Por una parte flor, por otra hueso,
a veces cocodrilo, otras venado,
mantengo entre lo seco y lo mojado,
un labio en el mordisco, otro en el beso.

Y voy, como la duda, libre y preso,
lo mismo a lo banal que a lo sagrado;
un paso de mi andar a cada lado
del linde entre la vida y el deceso.

Un ojo a la carencia, otro al exceso,
tan pronto libertad como candado,
lo espeso por aquí, allí lo adrado.

Que soy, como la vida, pluma y peso,
orgullo y humildad, virtud, pecado
y lobo con semblante de ganado.

Del libro Vientos de soledad (1984)
Mariano Estrada, Paisajes Literarios

2 comentarios:

  1. Estrada, me gusta tu soneto, diga lo que diga Borges. Una opinión muy dura de digerir para quien ha escrito una Métrica entera, no?

    He escrito sobre ti en el blog pero no sé si lo has visto, está en el portillo dedicado a tus libros. Los relatos que destaco me han encandilado. Enhorabuena.

    Un abrazo, amigo.
    Vibot

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  2. Hola Santos: me alegra tu visita y tu comentario.

    Primera parte:
    El problema del soneto es que todo el mundo se atreve con él, que es lo que viene a decir Borges llevándolo hasta extremos cuestionables. Y porque son cuestionables es por lo que yo he escrito estas líneas y he dejado con ellas un soneto. Podía haber dejado otro, daría lo mismo. Está ahí para vean los lectores que se pueden escribir sonetos sin pensar en la eternidad, sin caer en los ripios a los que se refiere y sin que el resultado sea una inutilidad.
    El hecho de que todo el mundo se atreva con el soneto, posiblemente se deba a que está determinado por unas reglas técnicas muy precisas que, en principio, no son difíciles de cumplir. Lo que pasa es que, además de cumplir esas reglas, hay que atender al contenido. Y ahí está el reto, precisamente. A mí modo de ver, el contenido es la premisa sobre la que tiene que amoldarse lo demás. Cuando el contenido y la técnica son perfectos, el soneto es perfecto. Y ahí se acaba el pensamiento extremo de Borges.
    En cuanto a la segunda parte de tu comentario, tengo que decirte que hace algún tiempo que no visito el blog de Antiguos alumnos. Y lo digo con pesar, casi con sentimiento de culpa. Pero lo cierto es que he estado bastante “ocupado” en los últimos tiempos y hay cosas que no he podido atender. Pero entraré, no lo dudes. Gracias por avisarme, por leerme y por comentar las lecturas.
    Un abrazo

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